Las Interferencias: La agresividad intragrupo en "El Vacío de la Maternidad" de Victoria Sau

miércoles, 25 de marzo de 2015

La agresividad intragrupo en "El Vacío de la Maternidad" de Victoria Sau



La psicóloga feminista Victoria Sau repite a lo largo de su libro, financiado por el Instituto de la Mujer y publicado en 1995, que la Madre ha sido fagocitada por el Padre, que es una pmadre (madre-función del Padre). Uno de los grandes aciertos de la autora es constatar un hecho indiscutible: todo ser humano es hijo o hija, aunque no todo el mundo sea madre o padre o quiera serlo. Por tanto, la maternidad y todo lo que la rodea son algo que nos toca de lleno a todos en lo más íntimo.

Al final del texto, en el capítulo titulado "reconciliación", llama a las hijas a reconciliarse con "la madre" típica del patriarcado moderno, a perdonarla, a comprender que ella también sufrió mucho, que no pudo hacer las cosas de otro modo: "Poder amar a la madre es tener libertad para poder amar a todas las mujeres". Cuando habla de esta "madre", hay que entender que se está refiriendo a las madres de su generación, muy diferentes a las de la mía, por ejemplo. Ella, se entiende, se está refiriendo a las madres dedicadas de forma íntegra a las funciones domésticas y dependientes, monetariamente hablando, de los maridos. Sin embargo, es curioso que la propia madre de la autora tampoco se ajustara a este rol: cuando murió el padre ella mantuvo a toda la familia cosiendo.

Según ella, es el Padre el que dice aquello de "La peor enemiga de la mujer es la mujer misma" mientras el resto de mujeres a coro lo repiten. Dice también:

Pg 111: "En todo grupo oprimido, cuando no se le ve salida a la opresión, la agresividad intragrupo aumenta porque la mayoría se identifican con el opresor y buscan en cambio en sus iguales los defectos que aquel les atribuye. Un grupo oprimido, si no ve escapatoria a su situación, cae en estado de indefensión y ve reducida su capacidad de razonamiento. Culpar a la persona más inmediata y acusarla además de presentar los rasgos que el opresor ha previamente atribuido y más tarde reforzado en los oprimidos, hasta moldearlos como él quiere, es poco inteligente y es carencia de amor. Es quedarse en la pura inmediatez de las cosas. Porque inteligencia y amor se refuerzan mutuamente y no al contrario, como quiere engañosamente hacer creer el discurso patriarcal. Son la agresividad y el odio las que bloquean las facultades intelectuales. 
"Qui té amigues té fatigues" dice un refrán catalán, uno más de los que todos los refraneros tienen para educar a las jóvenes en la desconfianza hacia su propio sexo
Es por esto que, como dice F. Collin (1977) "la resurrección de la mujer es la derrota de la pmère"... Dicho de otra manera, liberarse la mujer, en sentido retroactivo, liberar a la madre, el mayor acto de amor que pueda darse. Porque la propia liberación indica que la madre-función-del-Padre no ganó la partida, de modo que quien la ganó en parte alícuota fue la huérfana que había en ella, la mujer sin más. Es como si la hija feminista - toda liberación humana pasa por el feminismo lo reconozca algunos/as o no - hubiese pagado la fianza para sacar a su madre de la cárcel, independientemente de que algunas madres no lo entiendan así y prefieran seguir en ella. 
(...)
Entre tanto las mujeres se hacen de madres de sí mismas, pero no como víctimas sino porque ese es el punto de partida hacia la nueva Maternidad". 

El discurso de Sau es muy contradictorio. Si hay que liberar a la Madre... ¿Por qué no habría también que perdonar y liberar al Padre? ¿Acaso él no es también vícima a su vez de una "madre función del Padre" y de otro Padre? ¿Por qué esa doble vara de medir? O perdonamos a todos o no perdonamos a ninguno. Por otro lado, si responsabilizamos al Padre también tendríamos que hacer lo propio con la Madre y dejar de considerarla una víctima sin más. Lo mismo sería aplicable para todas las violencias ejercidas por mujeres hacia otras mujeres y hombres.

La hija feminista no puede liberar a su madre, más que nada porque la emancipación es tarea individual y requiere un trabajo propio. La hija feminista no solo no liberó a la abuela sino que para "liberarse" ella "encarceló" a las hijas y los hijos al intentar copiar el patrón de éxito social destinado a los hombres del Patriarcado moderno. Sería algo parecido al sueño americano en versión de género, tan falso uno como el otro: el sueño patriarcal al alcance de toda mujer. Los niños y niñas siguieron sin Madre. La Madre siguió teniendo que elegir entre falsas dicotomías, fragmentándose y aislada entre las cuatro paredes de la oficina y del hogar, cada vez más solitaria. En realidad, el error de Sau es considerar a la madre del patriarcado moderno como el modelo de madre aplicable a toda la historia de la humanidad cuando en realidad es un tipo de mujer muy limitado en el tiempo y acotado a determinadas clases sociales.

Creo que esta clase de análisis corporativistas deberían ser superados y, para ello, es requisito primordial que huyamos de las subvenciones del Instituto de la Mujer que, como su propio nombre indica, tiene sus propias expectativas sobre lo que se debe o no se debe subvencionar. Yo misma solicité una vez una subvención para un proyecto artístico a otra entidad administrativa y sabía perfectamente lo que querían oír y lo escribí para conseguir la subvención. Esta prostitución mental creo que me ha enseñado bastantes cosas de forma indirecta sobre el mundo de los premios y castigos institucionales. En cualquier caso, no creo que Victoria Sau escribiera su libro en función de la línea editorial subvencionable por el Instituto de la Mujer, seguramente su perspectiva fuera coincidente de partida, a priori, con la de esta institución incluso sin que mediara el tema de su financiación.  

El estudio de las violencias ejercidas por las mujeres es tarea pendiente si queremos entender los ciclos de abusos. Quizás incluso nos dé respuestas para luchar contra la violencia que algunos hombres ejercen contra algunas mujeres. Hasta ahora todas las políticas institucionales han sido un fracaso porque han sido parciales y han respondido a su propia agenda oculta de intereses.


Relacionado:

- Fragmento de "Violencia deliberada: las raíces de la violencia patriarcal" de María Dolors Molas Font: http://lasinterferencias.blogspot.com.es/2015/03/fragmento-de-violencia-deliberada-las.html

- Fragmento de "Madre, virgen, puta" de Estella V. Welldon: http://lasinterferencias.blogspot.com.es/2015/03/fragmento-de-madre-virgen-puta-de.html

ACTUALIZACIÓN 05/10/2015

De este libro de Victoria Sau, financiado con "ayuda del Instituto de la Mujer", siempre me sorprendió e indignó esta clasificación tan "rigurosa" (¿basada en...?), especialmente la de "el hijo que venera a su madre" en la que podemos encontrar, según ella, "algunos sacerdotes, algunos homosexuales, algunos solterones, y un buen número de hombres sin especial calificación"...
En el mundo hay tres tipos de hombres: los que aborrecen a la madre, los que la veneran y los ambiguos... Y en este último grupo mete Sau a Freud y su complejo de Edipo, que es una invención de este último y que no tiene en cuenta que fue amamantado dos años por su nodriza, Resi Wittek. No lo tuvo en cuenta Freud y tampoco le interesó a Sau. En realidad da igual, una puede ponerse a escribir libros y teorías basándose en mitología y topicazos culturales sobre los hombres sacerdotes y los hombres homosexuales sin ninguna correspondencia con el mundo real y encima ser subvencionada por el Instituto de la Mujer, un organismo del mismo Estado que vende armas a los peores patriarcados del mundo y que se nutre económicamente (ahí sí no hay discriminación) de los impuestos de todos y todas, "sacerdotes", "homosexuales" y "solterones" por igual...


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